Descienden ondulantes rayos violetas de luz
Invaden la oscuridad, iluminan la vereda
Alegre extiende sus brazos el de la cruz
Dádiva que de lo alto vino, a avivar el camino
Emerge, templando corazones cual campo andaluz
Las voces en silencio griten, mujer escucha el trino
A no esconder ni enterrar la cabeza como el avestruz
Mueven el mundo, dirigen la unidad, esto es divino
Ungen de sabiduría almas opacas al trasluz
Jubilemos, saltemos y demos gracias sin espino
Estrechemos igualdades, dejemos nuestra testuz
Recorramos agarrados del alma nuestro destino
José Gabriel Miguel